sábado, 9 de mayo de 2015

De las Paraestatales a la privatizacion


UNO de los cuestionamientos más comunes que surgen cuando reflexionamos acerca de la participación del Estado mexicano en la economía consiste en poder explicar cómo fue posible que el sector público llegara a tener tantas empresas y que participara en la mayor parte de las ramas de actividad económica de este país.
Para determinar cómo el Estado llegó a estar integrado por 1 155 entidades en 1982, después de que en 1934 contaba con tan sólo 15 paraestatales y a fines de 1962 con 206, es necesario acudir a la historia de nuestro país, en especial a la historia del México moderno. Esta revisión histórica nos permitirá comprender también por qué fue necesario tomar la decisión de reducir las dimensiones del sector público y empezar a vender empresas.
Es importante mencionar que, hasta la fecha, la teoría económica no tiene ningún postulado que determine un tamaño óptimo del Estado, para cualquier país, independientemente de qué estructura tenga. En consecuencia, el alcance de su participación en el área económica, así como su crecimiento, se modifican con el tiempo y de acuerdo con las circunstancias específicas de cada época. Recordemos que para el caso de una empresa pública, su existencia y desarrollo debe depender no sólo de criterios de rentabilidad, sino también de los alcances y límites que determinen la política económica así como los requerimientos de la población.
Puede afirmarse que la participación del Estado en la esfera económica ha sido una constante a lo largo de la historia de nuestro país. No obstante, podemos ubicar a la Constitución de 1917 como el punto de partida de la expansión y la intervención crecientes del sector público en este tipo de actividades.
Es a partir de 1917 que se establecen las bases para el ejercicio de la rectoría del Estado. Con la promulgación de la Constitución del 17 el Estado se reserva para sí mismo diversas áreas económicas y los sectores estratégicos, restringiendo así la participación del sector privado.
En este orden de ideas, podemos distinguir cuatro etapas en el desarrollo del sector paraestatal en México.



PRIMERA ETAPA (1920-1940)


Con el triunfo del movimiento revolucionario, el marco jurídico que emanó de él reconoció el papel que tenía el Estado en la promoción de ciertas actividades económicas para el desarrollo nacional. Las razones de la participación estatal en la economía no obedecían solamente a un problema de soberanía nacional sobre ciertos recursos naturales y actividades económicas, sino también a que el Estado se convirtiera en un articulador del crecimiento económico, dadas las actividades productivas dispersas y escasas a principios de siglo, así como al objetivo de mitigar las diferencias sociales y prestar servicios que las fuerzas del mercado, por sí solas, no podían desarrollar. Era necesario establecer orden en las actividades económicas después de los efectos generados por la Revolución mexicana.
Concretamente, las primeras acciones de la intervención estatal consistieron en la creación de una infraestructura institucional que sirviera de base para los proyectos que requeriría el desarrollo nacional en el futuro. Fue así como se crearon instituciones que regularon el sistema financiero y otras que promovieron directamente sectores económicos de interés nacional.
A partir de 1933 se produjeron cambios profundos. Se crearon instituciones cuyo propósito era contrarrestar los efectos de la depresión económica, como el Consejo Nacional de la Economía y la Secretaría de la Economía Nacional.
Durante el cardenismo el Estado tuvo la gran tarea de concentrar esfuerzos para enfrentar las secuelas y rezagos que había dejado la profunda depresión económica que sacudió al mundo en 1929 y los primeros años de la década de los treinta. Era necesario fortalecer todas las áreas económicas, especialmente el campo, la industria y el comercio, para lograr el resurgimiento del país.
En este periodo el sector paraestatal se presentó con mayor fuerza como el pilar del desarrollo económico. Se impulsó la reforma agraria y se crearon y nacionalizaron empresas estratégicas, se expropió la industria petrolera y se empezó a participar en la generación de energía eléctrica.
Entre las instituciones más relevantes creadas en este periodo se encuentran Banco de México (1925), Banco de Crédito Agrícola (1926), Banco Nacional Hipotecario, Urbano y de Obras Públicas (1933), Nacional Financiera (1934), Comisión Federal de Electricidad y Banco de Comercio Exterior (1937), Ferrocarriles Nacionales de México y Petróleos Mexicanos, mediante la expropiación de 17 empresas con inversión extranjera (1938).

SEGUNDA ETAPA (1941-1954)


Las condiciones generadas por la Segunda Guerra Mundial influyeron en todos los países, y México no fue la excepción. Las oportunidades de impulsar el desarrollo industrial se ampliaron, y con ello fue posible modernizar el patrón de acumulación que se requería.
La economía nacional tenía que insertarse en una dinámica de mayor competencia, aprovechando que los mercados internacionales atravesaban por situaciones poco estables. Fue así como en la década de los años cuarenta los esfuerzos se concentraron en expandir el sector industrial.
En este contexto, la sustitución de importaciones ocupó un lugar preponderante. El ahorro generado por la reducción en la compra de bienes del exterior permitió canalizar esa inversión a otras áreas del sistema económico.
Los avances en el proceso de la industrialización modificaron las condiciones de vida en la ciudad, lo cual impulsó al Estado para que proporcionara mayor número de servicios públicos. Fue así como en este periodo una gran parte de la inversión pública se destinó al sector transportes y comunicaciones. Es importante recordar que las inversiones en este tipo de áreas de actividad eran cuantiosas, de escasa rentabilidad y de periodos de maduración muy prolongados, por lo cual no existían grupos privados que estuvieran dispuestos a invertir estos rubros.
Entre las empresas e instituciones creadas en este periodo son importantes Banco Nacional de Fomento Cooperativo (1941), Hospital Infantil de México, Instituto Mexicano del Seguro Social y Altos Hornos de México (1942), Instituto Nacional de Cardiología y la empresa Guanos y Fertilizantes de México (1943), Sosa Texcoco (1944), Ayotla Textil y Banco Nacional Monte de Piedad (1946), Industria Petroquímica Nacional (1949), Diesel Nacional (1951), Constructora Nacional de Carros de Ferrocarril (1952).

TERCERA ETAPA (1955-1969)


En este periodo la orientación de la inversión se dirigió hacia algunos sectores productivos, sobre todo en el área de los energéticos. A partir de 1958 el Estado se hizo cargo de la petroquímica básica.
En el transcurso de esos años la mayor parte de la inversión pública era realizada por los organismos y empresas del Estado. Los montos de inversión que se aplicaban eran asignados cuidadosamente y la austeridad en el ejercicio del gasto era determinante.
La década de los sesenta se distingue por el gran impulso que se le dio al sector agropecuario y al abastecimiento de productos básicos. Sin embargo, en este periodo del desarrollo de nuestra economía el sector secundario (industrial) se convirtió definitivamente en su eje dinámico, por lo que uno de los objetivos de la política económica se encaminó a profundizar la industrialización del país.
Muchas de las empresas y organismos creados en estos años se orientaron preferentemente a actividades industriales diferentes a las comunicaciones y transportes de las etapas precedentes. La creación de estas paraestatales tuvo como objetivo asegurar el abastecimiento de productos y servicios, como energía eléctrica, aceros y bienes intermedios, ya que en esos años se consideraban indispensables para cualquier país en vías de industrialización.
Algunas de las instituciones y paraestatales creadas en este lapso de tiempo son Instituto Mexicano del Café, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores al Servicio del Estado (1960), Compañía Nacional de Subsistencias Populares, Comisión Nacional de Fruticultura (1961), Instituto Mexicano del Petróleo, Aeropuertos y Servicios Auxiliares (1965), Financiera Nacional Azucarera (1966), Sistema de Transporte Colectivo (1967), Siderúrgica Lázaro CárdenasLas Truchas (1969).

CUARTA ETAPA (1970-1982)


Los primeros años de la década de los setenta se distinguen por los problemas existentes en la esfera productiva, inflación, retraimiento de la inversión, menor crecimiento, en un ámbito económico internacional poco favorable. Para hacer frente a estas tendencias se decidió crear fideicomisos de fomento a la producción y se enfatizó el apoyo financiero al sector agrícola.
Los años setenta son determinantes en lo que respecta a la expansión del Estado, sobre todo porque se profundiza su crecimiento "no planeado". Participa en la producción de un amplio número de bienes y servicios a consecuencia de la creación de empresas y organismos pero, principalmente, por la absorción de compañías del sector privado con problemas financieros y de eficiencia. El Estado emprendió la tarea de rescatar compañías al borde de la quiebra con el fin de evitar que su desaparición provocara desempleo y desajustes en la planta productiva.
En su momento, no se consideró el costo implícito de la generación de empleo, pues en lugar de invertir cuantiosos recursos para salvar estas empresas se podrían haber utilizado en carreteras, por ejemplo, y esta actividad hubiera generado más empleos y el sector público no hubiese crecido desmedidamente. Cabe mencionar que esta política de "rescate" de empresas privadas no ha sido exclusiva de México, ni siquiera de países en vías de desarrollo, sino que hasta naciones como Estados Unidos la han aplicado en algún momento.
El papel protagónico de la segunda mitad de la década de los setenta correspondió al precio del petróleo. El fabuloso despegue que registró en estos años provocó que el sector público se concentrara en expandir la plataforma petrolera y desarrollar la industria de bienes de capital.
A lo largo de esta década se crearon, entre otras, las siguientes entidades: Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Comisión Nacional de la Industria Azucarera e Instituto Nacional de Comercio Exterior (1970), Consejo Nacional de Fomento Educativo y Productos Pesqueros Mexicanos (1971), Fondo para la Vivienda de los Trabajadores y Comisión Nacional del Cacao (1973), Instituto del Estudio del Trabajo, Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra y Fondo de Fomento y Garantía para el Consumo de los Trabajadores (1974), Consejo para Promover la Cultura y Recreación de los Trabajadores (1975), Instituto Nacional de Ciencias Penales (1976).
El 14 de septiembre de 1982 se dio a conocer la decisión de nacionalizar la banca. Con este acto se añadieron 56 instituciones bancarias, y las empresas que de ellas dependían, al ya cuantioso número de entidades del sector público, conformándose así un universo integrado por 1 155 paraestatales.
Con esta breve descripción de cómo se fue conformando el sector paraestatal podemos percatamos de que el tamaño y la composición que llegó a alcanzar el Estado siguieron un camino paralelo al desarrollo económico nacional, y por lo tanto no dependieron de criterios únicos.
La gráfica 1 muestra el desarrollo creciente que registró el Estado. Se puede detectar claramente el aumento significativo que se observa a partir de la década de los setenta.
En su momento, la creación de empresas e instituciones públicas se encontraba justificada por necesidades de tipo coyuntural. No obstante, la instrumentación de medidas de política económica de corto plazo generó grandes problemas, entre otros de rezago tecnológico y de productividad en las empresas, de asignación de recursos por parte del Estado y, en muchos casos, de duplicidad de funciones, sobre todo en los fondos y fideicomisos.
Fue así como el Estado participó en la actividad económica de manera más extensiva que selectiva, dificultando con esto la coordinación institucional y la asignación de recursos, que en un contexto como el del país en 1982, de severos desequilibrios económicos, acumulación excesiva de deuda externa, estancamiento en la actividad productiva, inflación y desplome en el precio de nuestra fuente principal de divisas: el petróleo, generó la necesidad de adoptar medidas que transformaran definitivamente la estrategia económica.
Un ejemplo de privatización de Paraestatal es:


Política Monetaria y Fiscal en el Proyecto Neoliberal

La economía es una ciencia relativamente moderna, pues ni en la antigüedad ni en la Edad Media proporcionaron teoría alguna referente a la economía política. En los escritos de algunos pensadores, como Aristóteles y Santo Tomas, hay algunas referencias a los procesos productivos, al trabajo y a las actividades comerciales, efectuadas en el contexto de un marco filosófico o teológico.
Prácticamente hasta los escritos de los primeros economistas liberales, a finales del siglo XVIII, no existe un cuerpo de doctrinas sistemático y coherente, sobre los fenómenos económicos, que a su vez sea autónomo con respecto a las restantes disciplinas científicas, incluyendo la moral y la teología. La causa de ello hay que buscarla, en parte en el desprecio de la actividad profesional visitada entre las clases dirigentes, que basaban su prosperidad en el trabajo de los esclavos (en los sistemas esclavistas del mundo antigua) o en el de los campesinos siervos (en los sistemas feudales).
Con la formación de las monarquías absolutas, europeas en el siglo XVI y la consiguiente estructuración de unos estados poderosos y centralizados, comienza a dejarse sentir una incipiente preocupación hacia los sistemas económicos.
Las necesidades hacendísticas de esos estados, motivadas por las guerras de religión, la financiación de los poderosos ejércitos nacionales, la canalización de las expediciones transoceánicas y las organización de unas administraciones publicas cada vez mas complejas, se sitúan en el origen de esta creciente preocupación por el aumento de las riquezas nacionales .
Durante la Edad Media, primero en el norte de Italia y posteriormente en Francia, Países bajos e Inglaterra, apareció una nueva clase social, la burguesía, cuyo quehacer se centraba en el comercio, el crédito, la banca y posteriormente la manufactura, es decir en toda una serie de cuestiones que posteriormente serian objeto de debate por parte de la ciencia económica. Todo ello contribuye a esta creciente y nueva preocupación por los temas económicos.
El neoliberalismo tiene como antecedente el Estado social o también llamado de bienestar (Welfare State), aquí el éxito de ve reflejado en la eficacia de un estado para poder intervenir en el sistema económica, para poder regular y tratar a las crisis o a los crecimientos económicos.
La idea de la aparición del neoliberalismo es para poder reconstruir los defectos del Estado de bienestar.
La figura mas importante por sus corrientes económicas es Adam Smih,.

Caracteristicas del neoliberalismo

Las características principales del neoliberalismo son seis:
-La desregulación, medio que elimina parte de los controles oficiales a favor de la producción privada de bienes y servicios.
-Desincorporacion de entidades publicas.
-Venta de bienes de inversión a particulares.
-Concesión a la iniciativa privada de servicios, principalmente los de comunicaciones y transportes.
-Eliminación de subsidios
-Adelgazamiento del aparato burocrático.
-Crecimiento del Ejercito Industrial de Reserva

Situación en México



El neoliberalismo económico junto con el pacto neoconservador, son los modelos económicos de las ultima década.
En México son claros los hechos del neoliberalismo.
Con la introducción del neoliberalismo como modelo económico de México, el estado perdió industrias importantes, una de ellas es Telmex, esta industria a pesar de estar manejada por el gobierno es sostenida por particulares, el transporte publico en la actualidad es llevado por particulares, también, el estado pierde fuerza día a día con respecto a los aspectos económicos del país.
El estado mexicano no es principio ni por naturaleza un mal administrador; no es tampoco un mal empresario; lo que se cuestiona es si debe serlo convirtiéndose en un actor de la economía, en lugar de rector de la misma. Es fácil privatizar y desincorporar desde las aulas, medios de comunicación, organismos internacionales o extranjeros, pero muy difícil hacerlo desde la óptica del gobierno, por que lo que para otros países o economías puede llegar a convertirse en un lastre, o sea la intervención directa del estado, para caso nuestro y nivel de desarrollo y consolidación del sector privado, parece ser que la intervención estatal es mas justificada y necesaria. Por lo tanto la privatización y la desincorporacion, al igual que otros rasgos del neoliberalismo, no debe verse cono la panacea, sin no como una medida estratégica dentro de un enfoque de modernidad, a fin de dejar el espacio necesario para que la función publica logre un grado razonable de eficiencia, productividad y rentabilidad, participando conjuntamente con los particulares y reservándose todas las áreas estratégicas.

El presidente que tuvo mas importancia en este modelo económico fue Carlos Salinas de Gortari.


miércoles, 6 de mayo de 2015

Antecedentes

México ante el nuevo orden económico Mundial

Antecedentes

Con esta expresión se designa la reformulación del sistema internacional financiero, monetario, crediticio, cambiario y comercial que surge de determinados acontecimientos políticos y económicos de escala regional o global y de la correlación de fuerzas entre los Estados hegemónicos.
Al concluir la primera y la segunda guerras mundiales emergieron sendos órdenes económicos internacionales impuestos por las potencias vencedoras para proteger sus intereses políticos, geopolíticos, económicos, geoeconómicos y militares.
Después de la segunda conflagración mundial, a partir de la Conferencia Monetaria y Financiera convocada por las Naciones Unidas en Bretton Woods, New Hampshire, Estados Unidos de América, en julio de 1944, emergió un nuevo orden económico internacional de carácter bipolar que imperó en el mundo por más de cuatro décadas hasta la implosión de la Unión Soviética y la terminación de la guerra fría a finales de los años 80 del siglo XX.
El sistema se caracterizó por una doble bipolaridad: la bipolaridad horizontal norteamericano-soviética y la bipolaridad vertical norte-sur. La creación del sistema —con sus instituciones, principios, normas y usanzas— obedeció a las circunstancias internacionales prevalecientes en la segunda postguerra y se desenvolvió al ritmo de las vicisitudes de la guerra fría.
Pero cuando ésta terminó y advinieron nuevas condiciones en el mundo, el orden económico internacional nacido y formado en la segunda postguerra quedó desactualizado y fue reemplazado por un nuevo orden internacional, de carácter unipolar, impulsado por la potencia vencedora de la guerra fría.
Parte fundamental del viejo orden fueron los organismos financieros, monetarios, crediticios y comerciales nacidos a mediados del siglo XX en Bretton Woods: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) —llamado también Banco Mundial—, creados en la Conferencia Monetaria y Financiera celebrada por las Naciones Unidas en julio de 1944, y el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) instituido en 1948.
En conformidad con el nuevo orden de cosas que surgió a raíz del fin de la guerra fría, el GATT fue reemplazado en la conferencia celebrada en la ciudad de Marrakech, Marruecos, en abril de 1994, por la Organización Mundial del Comercio (OMC), que entró a regir a partir del 1 de enero de 1995 y que respondió al nuevo orden económico internacional de la postguerra fría, acaudillado por los Estados Unidos de América. La renovada organización mercantil internacional está compuesta por un Consejo General y por tres consejos especiales: uno de comercio de mercancías, otro de comercio de servicios y otro de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio internacional. Los propósitos para los que fue creada son, entre otros, los de alcanzar la reducción sustancial de los aranceles aduaneros, el abatimiento de los obstáculos al comercio internacional y la eliminación del trato discriminatorio en las relaciones comerciales.
Las llamadas “instituciones de Bretton Woods” han debido también modificar sus prioridades y procedimientos, con miras a las nuevas circunstancias mundiales.
En la medida en que tiene incidencia económica, también forma parte del contexto general del nuevo orden económico y político internacional la reciente doctrina de la >seguridad nacional formulada por el gobierno norteamericano a raíz de los atentados terroristas islámicos del 11 de septiembre del 2001 contra las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York y el Pentágono de Washington, que dejaron 3.248 muertos e incuantificables daños materiales. El hecho de que aviones comerciales con centenares de pasajeros a bordo fueran utilizados como misiles contra objetivos civiles traumatizó a la sociedad norteamericana. El gobierno de George W. Bush formuló una nueva doctrina de la seguridad nacional de los Estados Unidos —destinada a reemplazar a la que rigió durante la <guerra fría—, que se plasmó en el documento“The National Security Strategy of the United States of America”, expedido por la Casa Blanca el 17 de septiembre de 2002, que resumió los objetivos y las prioridades de la seguridad norteamericana para el nuevo siglo, cuyos elementos fundamentales eran elunilateralismo y la anticipación en la lucha contra el terrorismo global. A partir de ese momento los Estados Unidos se desligaron de su obligación de consultar con otros Estados o con las instancias de la comunidad internacional para tomar iniciativas tempranas contra el enemigo suicida, invisible y ubicuo, dotado de ingentes recursos financieros y tecnológicos, que había hecho su ingreso a la historia. Los conceptos demultilateralismo y contención de la guerra fría fueron sustituidos por los deunilateralismo y acción preventiva en el ejercicio de la legítima defensa. Los objetivos estratégicos de los Estados Unidos fueron colocados por encima de la ley internacional. Y la Unión Europea siguió por el mismo sendero. Aprobó su propia doctrina de seguridad a espaldas de la comunidad internacional y en términos de autonomía respecto a los Estados Unidos y creó una fuerza de reacción rápida de 60 mil efectivos para actuar en casos de contingencia contra “Estados irresponsables” que protejan o promuevan el terrorismo sin fronteras.
El multilateralismo, que fue un alto valor de la segunda postguerra y que tantos y buenos servicios prestó a la humanidad durante la confrontación Este-Oeste, entró en una severa crisis dentro del nuevo orden político y económico internacional. Y las Naciones Unidas, llamadas a instrumentarlo, fueron también invadidas por una terrible crisis existencial. La propia Secretaria de Defensa del gobierno norteamericano, Condoleeza Rice, acusó por esos días públicamente a la Asamblea General de estar integrada por una alta mayoría de Estados cuyos gobiernos carecían de credenciales democráticas.
En cuanto a la polaridad norte-sur, los países meridionales desde hace varias décadas vienen luchando perseverantemente para lograr una modificación fundamental del sistema internacional de la postguerra y, después, contra el de la postguerra fría, ya que ni el orden bipolar ni el orden unipolar han sido compatibles con sus intereses vitales: el primero por la hegemonía política y económica de las dos grandes potencias y, el segundo, por la dominación sin contrapesos de la potencia triunfadora en la confrontación Este-Oeste.
El llamado diálogo <norte-sur, que se inició en 1974 pero que sufrió maniobras dilatorias de los países industrializados y que finalmente se interrumpió después de la reunión de la UNCTAD V en Manila a fines de los años 70, tuvo este propósito. La idea fue reemplazar el viejo orden económico internacional bipolar por un nuevo orden que hiciera justicia a los países pobres, les diera una equitativa participación en el ingreso mundial y les permitiera compartir los beneficios del progreso.
Pero el diálogo norte-sur no pudo reanudarse a pesar de los renovados argumentos presentados por los países del tercer mundo en la UNCTAD VI de Belgrado en 1983 —o talvez precisamente por la fuerza de ellos—, que sostuvieron que la reactivación del desarrollo del sur es esencial para la recuperación de la economía mundial y para la propia convalecencia de las economías de los países industriales, aparte de las consideraciones ecológicas que hoy son tan importantes.
La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en 1974, a instancias de los países pobres, el programa de acción para el establecimiento del nuevo orden económico internacional y reconoció, por primera vez, que la injusticia económica entre los Estados constituye una amenaza para la paz y la seguridad en el mundo.
Este programa, por supuesto, no tiene valor vinculante para los Estados pero sí una gran importancia moral.
Sobre el tema se trató en la Conferencia de Cooperación Económica Internacionalde París en 1977, en las reuniones de la UNCTAD (United Nations Conference on Trade and Development) de Nairobi en 1976, de Manila en 1979 y de Belgrado en 1983, en el GATT en 1979, en la Conferencia sobre Recusos Naturales celebrada en Nairobi en 1981, en la Conferencia sobre los Países Menos Avanzados de Paris en el mismo año y en la cumbre de Cancún, México, los días 22 y 23 de octubre de 1981 con la asistencia de veintidós jefes de Estado y de gobierno.
Lamentablemente, el tratamiento del tema fue excesivamente retórico y muy poco concreto. Imperaron siempre las reticencias de los países desarrollados a sustituir el viejo orden que, al decir del propio secretario general de las Naciones Unidas de aquel tiempo, Kurt Waldhein, no solamente que era “de lo más inadecuado en relación con las necesidades de la comunidad mundial” sino que incluso, con respecto a la acusación que se le formulaba de que funcionaba en favor de los países ricos y contra los pobres, “en el momento presente ni siquiera puede afirmarse ya que funcione bien para los ricos”.
Hoy, en el marco de las condiciones políticas y económicas internacionales surgidas a partir de la terminación de la guerra fría, en medio de la fiebre aperturista y liberalizante, la necesidad de modificar el orden económico internacional está virtualmente olvidada. Nadie habla de ella. Todo conspira contra la implantación de un nuevo sistema de relaciones económicas entre los Estados y apuntala el orden económico unipolar de la postguerra fría.
Pero pienso que, a pesar de los silencios y de los retrocesos, el propósito de modificar el orden económico internacional en beneficio de los países pobres debe mantenerse en pie. Hoy más que siempre es imprescindible revertir el flujo de recursos financieros del sur hacia el norte, buscar una solución a la carga de la deuda externa de los países pobres, combatir la pobreza como uno de los arbitrios para el afianzamiento de la paz y la defensa del medio ambiente, establecer mecanismos internacionales independientes a fin de evaluar las necesidades de los países subdesarrollados, formular nuevos indicadores para medir sus realidades económicas y sociales, abatir las barreras proteccionistas que afectan a las exportaciones del tercer mundo, estabilizar los precios internacionales de sus productos primarios, crear sistemas de protección —mediante disposiciones de contingencia en los acuerdos internacionales— que defiendan a las economías periféricas de la fluctuación de los tipos de interés y de cambio internacionales, y adoptar otras medidas para la prevención de las diversas eventualidades económicas y financieras dañosas que amagan a los países pequeños.
La reforma del sistema financiero internacional es un imperativo para promover la transferencia de los recursos del norte que son indispensables para el desarrollo del sur. Tal como están las cosas, no es posible el desarrollo sin la cooperación financiera internacional. Los países del sur requieren importantes volúmenes de capital externo para financiar su desarrollo.
Y un tema de vital importancia en esta reorganización es la transferencia tecnológica. Bien sabemos que no hay desarrollo posible sin el aporte de la >tecnología. Pero ella pertenece a los países del norte y está protegida por un sistema de marcas de fábrica, nombres comerciales, patentes y derechos de autor que se torna cada vez más riguroso. Los países del sur, compradores de tecnología, carecen por lo general de la capacidad necesaria para obtener condiciones equitativas en esa negociación. El resultado es el dominio y la explotación de los vendedores de tecnología. De donde nace la necesidad de alcanzar, como parte de la reorganización del sistema, una flexibilización del mercado del conocimiento tecnológicio que permita a los países meridionales acceder a él y utilizarlo para su desarrollo.
Todo esto forma parte de lo que se denomina el nuevo orden económico internacional (NOEI).



Globalización y bloques económicos


La globalización económica ha tenido efectos en todos los rincones del planeta, marcando desigualdades donde es observable la presencia de la tríada del poder: Estados Unidos, Japón y Europa, se identifican tres momentos en el que se desarrolla la globalización entendida como se presenta hoy: a) 1895 y 1914 la cual constituyo la edad de oro respecto del comercio y las invenciones a nivel mundial, se desarrolló de fines del siglo XIX hasta la primera guerra mundial, caracterizándose por un fuerte crecimiento económico y de la inversión foránea, b) La segunda etapa inicia en los años 50´s y se prolonga durante toda la década siguiente hasta concluir en la década de los 60´s , con un bajo crecimiento en la productividad y el estancamiento de los Estados Unidos y Europa, fue un período de rápido crecimiento comercial y gran inversión extranjera directa (IED), y c) La tercera y actual etapa, inicia durante los 80´s y se distingue de su predecesora por (Kuri, 2007):
• El papel de la nueva tecnología
• La aparición de empresas globales
• La mayor internacionalización de los mercados financieros
• La desregulación de los países miembros de la OCDE
• La apertura de países no miembros de la OCDE
• La organización flexible en la producción
En esta etapa del capitalismo se ha observado un crecimiento del comercio internacional y presencia fuerte de un creciente número de empresas multinacionales. La movilización del capital financiero ha generado dinámicas en las regiones económicas a las que la mayoría de los países en desarrollo aspiran incorporarse aunque los costos pagados por ello son altos, se manifiestan en ajustes internos que han propiciado la presencia voraz del capital extranjero y apertura comercial indiscriminada que a la postre se refleja en resultados desventajosos.
Sin embargo, su inserción en la dinámica global obliga a los países a participar de la competencia en los mercados y por tanto de identificar su integración a grupos de países o bloques económicos que fortalezcan las posturas competitivas.
La integración en bloques económicos se desarrolló a partir de las pautas marcadas por las economías hegemónicas, siendo los más sobresalientes: Norteamérica con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la Unión Europea (UE) y la Región Asiática del Pacífico (ASEAN).
Los principios de integración son diferentes en cada caso, por una lado, la Unión Europea que tiene una visión integrativa, en sus orígenes reivindica los derechos sociales como fundamentales, abogando por la reducción de las disparidades regionales y aspirando a una integración paulatina y con poderes institucionales acotados pero dinámicamente cambiantes.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte tiene otro concepto de integración, se supedita a la aplicación dogmática de los preceptos y lineamientos del Consenso de Washington, donde prevalecen los principios neoliberales y las reglas del mercado son las que dominan.
La integración de la región asiática se ha llevado a cabo bajo lineamientos donde se toma en cuenta las características propias de cada uno de los países que conforman la región, utilizando principios alejados al Consenso de Washington.
En la integración internacional se observan diferencias en los modelos utilizados, en la concepción del modelo europeo se puede apreciar una verdadera integración, al contemplar las asimetrías entre países y la búsqueda por reducirlas a través de mecanismos que han venido instrumentando para lograr la convergencia del desarrollo entre las naciones miembro.

Tratado de libre comercio


El Tratado de Libre Comercio, es un conjunto de reglas que los países acuerdan para vender y comprar productos y servicios en América del Norte.
Se llama "zona de libre comercio", porque las reglas que se disponen definen cómo y cuándo  se eliminarán  las barreras arancelarias para conseguir el libre paso de los productos y servicios entre las naciones participantes; esto es, cómo y cuándo se eliminarán los permisos, las cuotas y las licencias, y particularmente las tarifas y los aranceles, siendo éste uno de los principales objetivos del Tratado. Además el TLC propugna la existencia de "condiciones de justa competencia" entre las naciones participantes y ofrece no sólo proteger sino también velar por el cumplimiento de los derechos de propiedad intelectual.
El TLC se basa en principios fundamentales de transparencia, tratamiento nacional y de tratamiento como nación más favorecida, todo ello representa un compromiso firme para la facilidad del movimiento de los bienes y servicios a través de las fronteras, ofrecer la protección y vigilancia adecuadas que garanticen el cumplimiento efectivo de los derechos de propiedad intelectual; adoptar los procedimientos internos efectivos que permitan la aplicación e implementación del Tratado, establecer una regla de interpretación que exija la aplicación del TLC entre sus miembros y según los principios del derecho internacional.
El TLC permite que cualquier país o grupo de países trate de incorporarse a él, en los términos y condiciones convenidos por la Comisión de Libre Comercio según los procedimientos nacionales de aprobación de cada país. Todo país puede declarar que el Tratado no se aplicará entre ese país y cualquier solicitante. El Tratado prevé que la Comisión establecerá los términos y condiciones de aceptación de cualquier solicitante. La comisión opera según una regla del consenso.
¿PARA QUÉ SIRVE?
Los Tratados de Libre Comercio son importantes pues se constituyen en un medio eficaz para garantizar el acceso de nuestros productos a los mercados externos, de una forma más fácil y sin barreras. Además, permiten que aumente la comercialización de productos nacionales, se genere más empleo, se modernice el aparato productivo, mejore el bienestar de la población y se promueva la creación de nuevas empresas por parte de inversionistas nacionales y extranjeros. Pero además el comercio sirve para abaratar los precios que paga el consumidor por los productos que no se producen en el país.
OBJETIVOS DEL TLC


  • Promover las condiciones para una competencia justa.
  • Establecer procedimientos eficaces para la aplicación del TLC y para la solución de controversias.
  • Fomentar la cooperación trilateral, regional y multilateral, entre otros países amigos.
  • Eliminar barreras que afecten o mermen el comercio.
  • Ofrecer una solución a controversias.